martes, 16 de febrero de 2010

LA SENDA DEL OSO. Proaza-Trubia. (12.3 Km.)

Nos encontramos ante una de las rutas más bellas que se pueden realizar en bicicleta o a pie. Se trata de la famosa Senda del Oso, que discurre por los valles de Quirós, Trubia y Teverga. Gracias a la recuperación del trazado ferroviario que daba salida a la producción de las minas podemos difrutar de esta auténtica maravilla. Lo hemos dividido en dos partes. La primera, que también describimos en este blog discurre entre Entrago y Proaza. El tramo que describimos en esta entrada, al igual que la primera parte, carece de dificultad pues es prácticamente en su totalidad un suave descenso. El itinerario está perfectamente señalizado pero hay que tener cuidado puesto que se cruza la carretera en varias ocasiones.
Plano de situación.- Para llegar hasta el área recreativa de La Buyera en Proaza, lugar donde establecemos el inicio de la ruta, hay que dejar la autovía que discurre desde Oviedo en dirección a Grado y Galicia en la salida de Trubia. Allí tomaremos la AS-228, que discurre paralela a la propia Senda del Oso, y nos llevará hasta este punto pasando por Trubia (fin de ruta).
Descripción de la ruta.- El camino discurre sobre el abierto valle del Trubia, cruzando río y carretera sobre una airosa pasarela de nueva construcción que enfila el camino hacia la aldea de Villanueva. Entre hórreos y casas cruzamos el pueblo y, de nuevo, el Trubia por un viejo puente románico. Esta travesía urbana permitirá escanciar alguna que otra sidrina sin abandonar nuestra ruta. A la salida de la aldea, el antiguo ferrocarril prosigue hacia el norte por un plácido camino entre prados. Mientras, a nuestra derecha, el desfiladero de las Xanas nos ofrece otros sugerentes recorridos fuera de la Senda del Oso, siendo una visita obligada por la belleza de sus paisajes. Una pasarela metálica sobre el caudaloso Trubia nos sitúa en el área de descanso de Tuñón. Aquí, una escultura de un soberbio oso es la seña de identidad para los viajeros de esta ruta. En esta área se ha habilitado otro Centro de Visitantes, especializado en mostrar, de manera sencilla y clara, los valores naturales que atesora esta comarca. En realidad la Senda del Oso, oficialmente hablando, se termina aquí, en Tuñón. Sin embargo nosotros proseguiremos hacia San Andrés y finalmente a Trubia. Al llegar a las primeras casas de Trubia observaremos que la vía verde pierde todo su silvestre aspecto para entrar en zona de carretera propiamente dicha. Llegaremos a un cruce en el que la inercia nos llevará hacia la derecha pegados a la montaña. No es ese el itinerario correcto. Terminaremos unos 100m más adelante en un cementerio. En el cruce debemos tomar una carretera hacia la izquierda que pasa al lado de un campo de fútbol que nos queda a mano derecha. Un poco más adelante, la carretera discurrirá dejando a nuestra izquierda el río Trubia y a nuestra derecha horrorosas instalaciones fabriles. Nos iremos adentrando por una avenida en el propio Trubia. En el pequeño parque que os mostramos en la fotografía aérea hay mesas para poder sacar las fiambreras. También hay algunos columpios para que los guajes relajen los músculos. Existen varios bares en los alrededores por si queréis merendar acompañados de sidra. La ruta se hace fácilmente en dos horas y media. Os puede dar tiempo a visitar el Parque Museo de la Prehistoria de Teverga. Es absolutamente impresionante. Si quieres tener más información sobre esta ruta puedes entrar en la página web de las Vías Verdes de donde he sacado el párrafo que viene a continuación: "Un poco de historia. Esta senda discurre sobre el trazado de dos ferrocarriles mineros. El primero, que data de 1874, enlazaba las minas de hierro. En este ferrocarril minero, cada guardafrenos se encargaba de dos vagones, pasando de uno a otro según hiciera falta, Dado que era un ferrocarril industrial, construido con premisas de máximo ahorro, los túneles eran especialmente angostos y eran frecuentes los voladizos de roca sobre la vía en tramos colgados de barrancos. Y precisamente estas angosturas fueron las culpables de la muerte de varios guardafrenos que, pasando de un vagón a otro, se dejaron la cabeza en alguna de estas rocas. La crisis minera arrastró a estos ferrocarriles en su caída, siendo cerrados en 1.964.










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